La meditación: una respuesta de relajación
Los cambios fisiológicos y bioquímicos del cuerpo que ocurren como respuesta al estrés están regulados por los sistemas simpático y parasimpático del sistema nervioso autónomo. La respuesta de enfrentamiento o huida es el resultado de una actividad nerviosa simpática, que se activa inicialmente por una señal de estrés. Cuando el peligro ha pasado o se ha enfrentado el reto, se activa el sistema parasimpático, lo cual lo cual produce una respuesta inversa a la de enfrentamiento o huida. El ritmo cardíaco desciende, la presión sanguínea baja, la respiración se hace más pausada, se consume menos oxígeno, los músculos se relajan y la digestión continúa.
Como ya hemos explicado, hay ciertos problemas de salud graves que surgen como consecuencia de una excitación simpática prolongada. La meditación contrarresta este estado de excitación al activar la respuesta parasimpática, que también ha denominado “respuesta de relajación”. Se han llevado a cabo muchas investigaciones sobre los efectos de la meditación, y especialmente de la meditación que enseñan los maestros de Zen, los yoguis indios y, más recientemente, los practicantes occidentales de la Meditación Transcendental (MT). Estos estudios han demostrado que la meditación suele ir acompañada de:
- Disminución importante del ritmo cardíaco y un descenso o estabilización de la presión sanguínea.
- Respiración más lenta y superficial y un consumo menor de oxígeno.
- Disminución en la conductividad de la piel asociada a la reducción de ansiedad (cuando la gente está nerviosa o ansiosa tiende a sudar más, lo cual reduce la resistencia de la piel a una corriente eléctrica. Un incremento en la transpiración que sería imperceptible para el ojo humano puede ser detectado por maquinas creadas para medir la resistencia eléctrica, y éste es el principio empleado en los detectores de mentiras).
- Cambios en la actividad cerebral que indican un estado relajado pero alerta (ver La meditación y el cerebro, páginas 37-38)
La meditación, por lo tanto, puede servir para desactivar la respuesta de enfrentamiento o huida. (Deberíamos mencionar, sin embargo, que aunque casi todos los tipos de meditación inducen un estado de relajación - y éste es el caso de los tipos de meditación para los cuales damos instrucciones -, las técnicas que se emplean en algunos sistemas de meditación como el yoga kundalini comportan estados de gran excitación.) Los efectos beneficiosos no están limitados al periodo de meditación, sino que perduran a lo largo del día, ayudando a los meditadores habituales a hacer frente más eficazmente a las presiones de la vida cotidiana.
Excitación fisiológica y recuperación
entre los meditadores
En principio se podría inferir de los comentarios anteriores que la meditación acaba por causar una falta de capacidad de reacción y de sensibilidad. Este, evidentemente, sería un resultado indeseable por varias razones. Una, que la excitación fisiológica es una respuesta vital a situaciones de peligro en las que se necesitarían reacciones rápidas. Otra, que las metas tradicionales de la meditación van dirigidas hacia una mayor sensibilidad y percepción, y no hacia la inercia y la insipidez.
Debido a que la recopilación de pruebas científicas requiere la presencia de investigadores y el uso de instrumentos de medición, es casi imposible poder adquirir datos reales sobre la actuación de los meditadores en situaciones de la vida real. Sí existen pruebas, sin embargo, que demuestran que los meditadores experimentan niveles de excitación mayores cuando les es útil. En un experimento, un grupo de meditadores con experiencia y un grupo de control vieron una filmación estresante creada originalmente para impresionar a los carpinteros con la necesidad de seguir una serie de normas de seguridad. La filmación mostraba tres accidentes, uno de ellos mortal, causados por culpa de no seguir los procedimientos adecuados. Tal como se había previsto, la conductividad de la piel y el ritmo cardíaco de ambos grupos crecían y disminuían en respuesta directa a los accidentes mostrados en la filmación. El resultado más interesante, sin embargo, no se había anticipado. Los meditadores mostraron unos índices de conductividad de la piel y unos ritmos cardiacos mucho más elevados que los del otro grupo justo antes de cada escena estresante, pero también tuvieron una recuperación más rápida después de cada una de estas escenas. Esto hace pensar que los meditadores tienen una sensibilidad y una escala de respuesta mayores que los no meditadores.
La habituación a estímulos
de estrés repetidos o continuos
El fenómeno conocido como habituación está vinculado a este modelo de excitación y recuperación. Si un individuo está expuesto a una situación de estrés continua o repetida – por ejemplo una superpoblación extrema o un ruido fuerte e irritante causado por la construcción de una carretera- , la respuesta de estrés va menguando. Esta capacidad de acostumbrarse a estímulos ambientales inevitables y repetidos es esencial; la incapacidad de hacerlo puede causar trastornos relacionados con el estrés. Existen pruebas experimentales con dos grupos, uno de control y otro de meditadores, expuestos a ruidos molestos repetidos o prolongados. Los resultados indican que los meditadores tienen una pauta de recuperación más rápida que los no meditadores y que son más capaces de hacer frente a su entorno y adaptarse a él.
La meditación y el cerebro
Comprobar los efectos de la meditación sobre la mente es aún más interesante que ver sus efectos sobre el cuerpo, pero en esta área dependemos más de explicaciones y observaciones personales que de datos científicos. Sin embargo, algunas pautas generales de actividad cerebral sí se pueden medir aunque de forma rudimentaria gracias a un instrumento llamado electroencelógrafo (EEG). Las investigaciones que han empleado este aparato muestran pautas de actividad cerebral durante la meditación que son distintas de las que ocurren durante los períodos normales de sueño o de vigilia.
El electroencelógrafo mide en el cerebro las corrientes eléctricas que están relacionadas con estados mentales diversos a través de unos electrodos colocados en el cuero cabelludo. La actividad mental de las ondas cerebrales se clasifica como actividad alfa, beta, delta o zeta según la frecuencia de las pautas eléctricas registradas. La actividad delta es la más lenta, de unos 0,5 a 4 ciclos por segundo, y se asocia con el sueño profundo. La actividad zeta consiste en pautas de entre 4 a 8 ciclos por segundo y corresponde a estados de somnolencia, ensueño o sueño ligero. La actividad alfa, que ha sido la que más interés ha suscitado, va de los 8 a los 13 ciclos por segundo y es la que predomina cuando una persona esta relajada pero alerta al mismo tiempo. La mayoría de personas puede ir de un estado de excitación a un estado en el que predomina la actividad alfa si los ojos están abiertos. La actividad beta, que va desde 13 hasta 30 o 40 ciclos por segundo, es la que predomina cuando uno está despierto.
En todos los estudios hechos sobre meditadores aparece la actividad alfa, con o sin otras pautas de actividad cerebral, pero se han obtenido lecturas muy variadas en los diversos estudios. Es posible que los resultados varíen en función de la cantidad de tiempo que los sujetos lleven practicando la meditación y del tipo de meditación que sea. La idea general que se desprende de estos estudios es que inicialmente, al comenzar un periodo de meditación, hay un cambio hacia una mayor actividad de tipo alfa. Más tarde en la meditación se puede observar una cierta actividad zeta, especialmente en los casos de meditadores con experiencia. Sin embargo, durante la fase de meditación profunda se observan estallidos de la actividad beta de alta frecuencia que van desde los 20 hasta los 40 ciclos por segundo, incluso alcanzando los 50 ciclos por segundo. Al final de la meditación se reanuda la actividad alfa, que puede prolongarse incluso cuando los ojos se han abierto.
Otra característica interesante es que mientras que las lecturas de alfa normalmente parecen mostrar que esta onda cerebral cubre todo el cuero cabelludo, durante la meditación la actividad cerebral alfa parece que se expande desde la parte posterior del cerebro, primero ocupando el hemisferio izquierdo y a continuación el hemisferio derecho, presentando así un modelo simétrico. Estos datos se contrastan con las pautas que la mayoría de personas muestra normalmente. Hoy en día se sabe que cada hemisferio del cerebro tiene una función diferente para cumplir, y que el hemisferio izquierdo está asociado al lenguaje, al pensamiento analítico y a otras funciones, mientras que el hemisferio derecho está asociado a las imágenes, a los modelos, al pensamiento creativo, etc. La sociedad occidental ha tendido a dar más importancia al pensamiento racional, con lo cual el resultado ha sido que en la mayoría de personas la actividad cerebral predomine en el hemisferio izquierdo. Esto contrasta con la mayor actividad cerebral del hemisferio derecho en los casos de aquellas personas que realmente se han desarrollado artísticamente. Aunque todavía no se han comprendido plenamente los resultados obtenidos sobre las pautas cerebrales observadas entres los meditadores, sí parce que la meditación ayuda a recuperar el equilibrio entre el hemisferio izquierdo y el derecho que previamente permanecían inactivas.
*fuente:
La meditación "Introducción a la técnica, sus tradiciones y sus beneficios"
(Erica Smith y Nicholas Wilks)



